Los Ladrones Somos Gente Honrada – Enrique Jardiel Poncela 1980

Los ladrones somos gente honrada es una obra de teatro, escrita por Enrique Jardiel Poncela y estrenada en el Teatro de la Comedia de Madrid el 25 de abril de 1941.

Estudio 1 (4 de noviembre de 1979): Intérpretes – Manuel Tejada (Daniel), Teresa Rabal (Herminia), Queta ClaverJuanito NavarroMarisa PorcelPepe RuizTeresa HurtadoCovadonga CadenasRafael Navarro, Maite Tojar.


La obra narra las peripecias de un robo de guante blanco en una casa burguesa de la España de mediados del siglo XX. Los propietarios son una pareja recién casados, Daniel y Herminia. El problema es que el marido es un antiguo ladrón, Daniel se había enamorado de Herminia cuando preparaban el golpe en su hogar paterno. La operación se aborta y ambos contraen matrimonio. Tres meses después, el robo es planeado por los ex compinches de Daniel para vengarse de la traición. A lo largo de la función entran y salen nuevos personajes, todos ellos con algún oscuro secreto que ocultar: los padres de la novia, el mayordomo, los criados..

Historia del Tren en España

El primer ferrocarril de España

Viernes 08 de Diciembre, 2017 – Fuente :

La historia de la primera línea de ferrocarril en la Península no debe ser olvidada, te contamos los pormenores de una aventura de hierro sin parangón.

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El transporte de pasajeros y mercancías solo fue posible gracias a la energía del vapor y a la expansión de la industria del acero en el siglo XIX, aunque sus primeros pasos se dieran en la centuria anterior. La línea La Habana-Güines fue la primera del Estado español y la de Barcelona-Mataró la primera de la Península.  Te contamos todas las claves de los primeros ferrocarriles de España.

En 1811 apareció la primera patente de una locomotora para ferrocarriles de cremallera, de la mano del inglés John Blenkinsop, quien llamó a su invento Salamanca, una máquina que se convirtió en la primera locomotora comercial con éxito de la historia. Mientras todo esto sucedía, y el ferrocarril se extendía por Europa, en nuestras tierras ya se había olvidado la figura del militar e ingeniero Jerónimo de Ayanz que, entre otras invenciones, había logrado la primera patente sobre una máquina de vapor moderna en tan temprana fecha como 1606… Nuestros compatriotas, una vez más a la vanguardia de la ciencia y la tecnología mundial…


EL PRIMER FERROCARRIL PENINSULAR

El frenético desarrollo del ferrocarril en Europa llevó a que se estudiara su implantación en la península Ibérica. Durante el reinado de Fernando VII se llevaron a cabo diversos estudios para construir varias vías, pero la inestabilidad política y la falta de recursos económicos terminaron por arruinar todas aquellas aventuras.

Finalmente, en 1837, se abrió el que fue el primer ferrocarril español. Fue en Cuba y su recuerdo bien merece una descripción adecuada, pero, antes, veamos qué sucedió al poco en la Península.

Desde la escuela se enseña que el primer ferrocarril español fue el de la línea Barcelona-Mataró, sin embargo, si hemos de ser precisos, en esa época Cuba no era una colonia, sino una provincia de pleno derecho en el marco del Estado español, por lo que sería la línea La Habana-Güines la primera construida en nuestro país.

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Los caminos de hierro, tal y como se conocían en el XIX, pudieron tener un precursor de importancia si una obra de gran envergadura hubiera sido realizada en Cádiz. José Díez Imbrechts un empresario y político andaluz, fue sin lugar a dudas una de las más adelantadas mentes de su tiempo en lo que al ferrocarril se refiere. De su empeño nació todo un proyecto para construir un camino de hierro entre Jerez de la Frontera hasta el muelle de El Portal, en el Guadalete. La idea era buena, podría así transportar barriles de vino desde las bodegas hasta el río para proceder a su exportación. A pesar de lograr la concesión necesaria para llevar a cabo su idea en 1829, no logró encontrar el apoyo económico necesario para materializarla. Dos años más tarde, la Diputación de Vizcaya presentó un proyecto para comunicar por ferrocarril el puerto de Bilbao y la meseta castellana. Al igual que en el caso gaditano, la falta de apoyo económico y el estallido del conflicto carlista terminó por hacer que todo se abandonara.


EL AVENTURERO DE MATARÓ

Aparece entonces en escena el marino y empresario catalán Miquel Biada Bunyol, todo un aventurero que había logrado una fortuna comerciando en Cuba. Allí, había participado en la materialización del ferrocarril para transporte de azúcar entre La Habana y Güines, comenzando con un primer tramo hasta Bejucal inaugurado en 1837 y continuando dos años más tarde con el que llegaba a Güines. Aquello se convirtió en su pasión y pronto comenzó a soñar con unir su localidad natal, Mataró, con Barcelona, a través de un ferrocarril.

Se cuenta que, en la inauguración del ferrocarril cubano, Biada comentó al gobernador de la isla, que por entonces era el general Miguel Tacón, su intención de construir ese nuevo camino de hierro entre su pueblo y Barcelona en menos de un año. La cosa se tomó como algo chistoso, una broma propia del ambiente festivo del momento, pero nada más lejos de la realidad. Cierto es que le costó más tiempo del previsto, pero Biada no dejó de luchar hasta ver cumplido su objetivo.

Desde su regreso a España, los treinta kilómetros que separan ambas localidades pasaron a estar en boca de todos, pues de un modo o de otro aparecían por doquier menciones al proyecto de ferrocarril. En Mataró ya se contaba con una incipiente industria, y ya se había instalado incluso una máquina de vapor en una fábrica textil. El entorno económico era ideal; los viejos talleres artesanos de paños y telas estaban pasando con rapidez a convertirse en grandes empresas textiles y un ferrocarril era el método ideal para dar salida a la producción para la exportación, con Barcelona como punto focal.

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IMPULSO Y COORDINACIÓN

Bien, en nuestro guiso ya tenemos dos ingredientes fundamentales: un entorno favorable y un impulsor impenitente. El siguiente paso lógico consistía en reunir a un equipo adecuado desde el punto de vista técnico y financiero. Biada se unió a José María Roca, que coordinó todos los aspectos legales, administrativos y técnicos, junto a Rafael Sabadell, que aportó el músculo financiero adecuado y Ramón Maresch, como socio principal de Biada. Por desgracia, la situación política y económica general en España seguía siendo crítica y todo parecía que iba a terminar como la aventura del camino de hierro de Cádiz, en la más absoluta nada. Sin embargo, en esta ocasión, los promotores lograron interesar a numerosos accionistas, incluso ingleses y americanos, con lo que se logra la Compañía del Camino de Hierro de Barcelona a Mataró allá por 1845. Biada y sus compañeros de aventura habían logrado atraer inversores, al contrario que en el caso gaditano, porque su estrategia era muy amplia de miras.
En sus presentaciones incidían en las oportunidades comerciales que se abrían al comercio catalán con Europa y su pasión al mostrarlo terminó por atraer a gran cantidad de acaudalados interesados en hacerse con una tarta del futuro pastel.

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Técnicamente la línea entre Mataró y Barcelona era relativamente sencilla de construir, al ser costera. Los cálculos financieros de los promotores aventuraban unos márgenes de beneficio realmente interesantes lo que, unido a una efectiva campaña comercial, terminó por hacer que el capital necesario fuera creciendo poco a poco. Los accionistas iban creciendo sin cesar y el proyecto entró en una fase de optimismo, ¡al fin parecía que podía llevarse a cabo! Con gran parte del capital ya conseguido, se encargó el proyecto técnico al ingeniero inglés Joseph Locke, un reputado pionero del ferrocarril y se legalizó la empresa. Todo estaba en marcha, pero los permisos definitivos no pudieron lograrse hasta 1846, con una concesión estatal por 99 años. Vaya, este tipo de empeños son costosos, pero con trabajo y esfuerzo se consiguen materializar… hasta que la realidad choca con los sueños y puede arruinarlos. Veamos, nos encontramos con un proyecto viable, un permiso administrativo y una empresa que parece sólida, pero cuando llegó el momento para que los accionistas desembolsaran el capital y comenzar a construir la vía, la cosa se puso muy fea.

Hubo críticas, se tachó a los promotores de fantasiosos, nadie creía que aquello fuera en serio, pero a pesar de la fuga de inversores, Biada y sus amigos arriesgaron todo su patrimonio para sacarlo adelante. Al final, lo que nadie creía que fuera posible, vio la luz.

Las obras se iniciaron en 1847, en medio de una brutal inestabilidad política y económica no sólo en España, sino en toda Europa. La crisis en la bolsa londinense hizo que los británicos se retiraran, pero el empeño de los empresarios catalanes continuó sin mella, absorbiendo ellos mismos los costes de la crisis para, finalmente, y a pesar de un retraso en las obras y del triste fallecimiento de Biada, el camino de hierro fue concluido con éxito. Aquello sorprendió a toda España, ¡se había logrado!

No era una fantasía, en las pruebas se agolpaban cientos de curiosos, para ver las rugientes calderas y los relucientes vagones. Oficialmente se inauguró la línea Barcelona-Mataró el 28 de octubre de 1848. El paso del tiempo dio la razón a aquellos soñadores y, hoy, con las mejoras y cambios lógicos, ese camino de hierro sigue ahí, cumpliendo su función y contribuyendo al progreso económico catalán y español. A este ferrocarril le siguieron en muy poco tiempo otros como el del Madrid-Aranjuez, de 1851, o el de Langreo a Gijón, de 1852.

Los 7 premios Nobel españoles

En los más de 100 años que tienen estos galardones solo siete españoles han logrado el premio Nobel: dos en medicina y cinco en Literatura. Repasamos la biografía de los escritores y científicos que han logrado este prestigioso premio. El último galardón fue entregado hace 30 años a Camilo José Cela, cuando el autor de La Colmena contaba con 73 años de edad.

Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura, 1989

Camilo José Cela (1916-2002), recibió el premio Nobel de Literatura en 1989 tras toda una vida dedicada a los libros. Esta pasión comenzó de manera curiosa,  mientras se encontraba internado en el sanatorio de Guadarrama. Aunque inicialmente ingresó en la Facultad de Medicina, pronto se interesó más por las letras gracias al poeta Pedro Salinas y sus clases de Literatura Contemporánea.
El encuentro resultó fundamental para el joven escritor, hasta el punto de despertarle totalmente su vocación literaria. Su primera obra fue el libro de poemas Pisando la dudosa luz del día, al que le siguieron su primera gran obra La familia de Pascual Duarte,  Viaje a La Alcarria (1948),  El cancionero de La Alcarria (1948) y, finalmente, su obra más reconocida:  La colmena (1951).
El autor ingresó posteriormente en la Real Academia de la Lengua Española, donde ocupó el sillón con la letra Q. Junto con otros intelectuales de su época, formó parte activa de la Transición española. Fue elegido senador en las primeras Cortes democráticas y revisó el texto definitivo de la Constitución Española. Entre los premios recibidos en la recta final de su carrera destacan el Príncipe de Asturias de las Letras, otorgado en 1987, y el Miguel de Cervantes, en 1995. En 1996 el rey de España lo condecoró con el título de Marqués de Iria Flavia.


Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura, 1977

Vicente Aleixandre (1898-1984), recibió el Premio Nobel de Literatura en 1977 como reconocimiento a su obra, y por extensión, a toda a Generación del 27. Este poeta polifacético, que anteriormente había recibido el Premio Nacional de Literatura en 1934 y el Premio de Crítica en 1963, también formó parte de la Real Academia Española. Su amistad con Dámaso Alonso y sus inquietudes literarias le llevaron a leer y a estudiar a los grandes poetas de la literatura universal, como Bécquer y Rubén Darío.
Sin embargo, en un giro del destino, fue una grave enfermedad y su lenta recuperación las que le llevaron a escribir poesías que finalmente fueron publicadas en las revistas culturales más importantes de la época, Ahí empezó su amistad con los otros componentes de la Generación del 27, como Federico García Lorca y Luis Cernuda. Tras la Guerra Civil permaneció en España y su obra tomó una trayectoria muy personal. Su obra se caracteriza por el uso de la metáfora y es reconocido como el principal poeta surrealista español. Pasión de la Tierra (1935) o La destrucción del amor (1932), son algunas de las obras más relevantes de su antología poética.


Severo Ochoa- Premio Nobel de Medicina, 1959

El bioquímico y biólogo molecular Severo Ochoa (1905-1993) –en la imagen felicitado por su equipo de investigadores tras ganar el el Premio Nobel– obtuvo el galardón junto con el bioquímico estadounidense Arthur Kornberg por sus descubrimientos sobre el mecanismo de síntesis biológica del ácido ribonucleico (ARN) y el ácido desoxirribonucleico (ADN).

Los trabajos del profesor Ochoa ahondaron en el desciframiento del código genético, la biosíntesis intracelular de las proteínas y otros aspectos fundamentales de la biología de los virus.
El profesor se licenció en la Universidad Complutense de Madrid y se doctoró poco tiempo después, aunque nunca llegó a ejercer como médico. En la Residencia de Estudiantes, en la que ingresó en 1927, convivió con grandes intelectuales de la época, como Federico García Lorca o Salvador Dalí.
En la década de 1930 realizó sus primeros estudios importantes sobre enzimología. Tras varios años de estudio de las enzimas, investigó el metabolismo de los hidratos de carbono y de los ácidos grasos. El descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN abrió un nuevo campo de investigación gracias al cual se consiguió aislar una enzima de la bacteria Escherichia coli, a la que llamó ‘polinucleótido-fosforilasa’, (ARN-polimerasa). Ello dio lugar al descubrimiento de la síntesis del ARN en el laboratorio. Un año más tarde, el bioquímico norteamericano Arthur Kornberg, discípulo de Ochoa, demostró que la síntesis de ADN también requiere de otra enzima polimerasa, específica para esta cadena. Estos extraordinarios hallazgos permitieron posteriormente el desciframiento del código genético.


Juan Ramón Jiménez – Premio Nobel de Literatura, 1956

Juan Ramón Jiménez (1881-1958) ganó en 1956 el premio Nobel por su trayectoria literaria, entre la que destaca su obra Platero y Yo, una selección de relatos en las que el autor rememoraba algunas vivencias de cuando era niño. El poeta onubense –retratado aquí junto a su mujer Zenobia Camprubí– cursó inicialmente Derecho y Pintura en la Universidad de Sevilla, pero abandonó sus estudios para dedicarse a la literatura, influenciado por Rubén Darío y los simbolistas franceses. En 1936, al estallar la guerra civil española, se exilió a Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico, donde recibió el Premio Nobel de Literatura en 1956. Tras la muerte de Rubén Dario, ejerció un liderazgo entre los poetas más jóvenes de su tiempo.



Jacinto Benavente – Premio Nobel de Literatura, 1922

Jacinto Benavente (1866-1954) fue, además de un autor teatral, un prolífico director, guionista y productor de cine. Nacido en Madrid en 1866, hijo de un conocido pediatra, estudió derecho, pero a la muerte de su padre se embarcó en varios viajes por Francia y Rusia. A su regreso a España, editó y colaboró en diferentes periódicos y revistas. En 1892 publicó su primera obra: Teatro Fantástico, a la que seguiría Cartas de mujeres en 1893.  En 1899 fundó en Madrid el Teatro Artístico, en el que colaboró con Valle Inclán. Las obras de Benavente tratan con todos los estratos de la vida; son a la vez serios y cómicos, realistas y fantásticos. El autor ofrecía a los lectores un retrato fiel de la sociedad de la época, reflejado en obras como La Gobernadora (1901), Rosas de otoño (1905), Señora ama (1908) y La Malquerida (1913), o Los intereses creados (1907), considerada una de sus obras maestras. El autor siguió trabajando hasta poco antes de su muerte. Su obra póstuma: “El bufón de Hamlet” fue publicada en 1958.



Santiago Ramón y Cajal -Premio Nobel de Medicina, 1906

Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) compartió el premio Nobel de Medicina en 1906 con Camilo Golgi, en «reconocimiento por su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso”. Este médico español especializado en anatomía patológica fue de niño aprendiz de barbero y luego de zapatero. En su juventud deseaba ser artista, movido por su extraordinario don para el dibujo que se evidencia sus ilustraciones.
Sin embargo, su padre, que era profesor de anatomía aplicada en la Universidad de Zaragoza, lo persuadió para que estudiara medicina.
En 1873 obtuvo una licenciatura en Medicina en Zaragoza y posteriormente sirvió como médico en el regimiento de Burgos. Participó en una expedición a Cuba en los años 1874-75, donde contrajo malaria y tuberculosis. A su regreso se convirtió en asistente en la Facultad de Anatomía de la Facultad de Medicina de Zaragoza (1875) y luego, a petición propia, director del Museo de Zaragoza (1879).
En 1877 obtuvo el título de doctor en Medicina en Madrid. En 1880 comenzó a publicar trabajos científicos, los más importantes de los cuales son el Manual de histología normal y técnica micrográfica (1889), el Manual de anatomía patológica general (1890).
Cajal tiene en su haber más de 100 artículos publicados en revistas científicas francesas y españolas, especialmente sobre la estructura del sistema nervioso, así como monográficos sobre músculos y otros tejidos.Además, cosechó un elevado número de distinciones, entre ellas las de ‘miembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid en 1895 y de la Real Academia de Medicina de Madrid, en 1897. Además, fue nombrado doctor honorario por la universidad de Cambridge en 1894, de Würfurb en 1896 y de Calrk en 1899. A él le debemos el descubrimiento de las hendiduras sinápticas, el espacio que separa las neuronas, cuyos mensajeros químicos permiten la comunicación entre ellas. Sus hallazgos sentaron las bases del conocimiento sobre el funcionamiento del sistema nervioso central y periférico.



José Echegaray, Premio Nobel de Literatura en 1904

José Echegaray (1833-1916) fue un personaje polifacético que despuntó en disciplinas tan dispares como la ingeniería, la dramaturgia, la política o las matemáticas. Ingeniero de formación, tuvo además una distinguida carrera en el Gobierno de España, donde ocupó cargos relevantes, como el de ministro de Obras Públicas y de Finanzas, además de senador vitalicio del Consejo de Instrucción Pública. En el apogeo de su carrera se decantó por la dramaturgia, una disciplina que cultivaba con pasión desde su juventud. Entre las obras más destacadas figuran La esposa del vengador (1874), En el puño de la espada (1875) y En el pilar y en la cruz (1878), la cual desató una gran controversia a causa de su defensa de la libertad de pensamiento. Son igualmente reseñables Conflicto entre dos deberes (1882); Locura o Santidad (1877); y El gran Galeoto (1881), una obra en la que se realiza un alegato en favor del honor y en contra de la hipocresía en la que el autor elabora además una reflexión acerca de su idea del teatro.


 

Lilí – 1953

Año – 1953
Duración – 81 min.
País – Estados Unidos Estados Unidos
Dirección – Charles Walters
Guion – Helen Deutsch (Novela: Paul Gallico)
Música – Bronislau Kaper
Fotografía – Robert H. Planck

Reparto – Leslie Caron, Mel Ferrer, Kurt Kasznar, Jean-Pierre Aumont, Zsa Zsa Gabor, Amanda Blake

Productora – Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
Género – MusicalRomanceDrama | Drama romántico
GruposAdaptaciones de Paul Gallico

Sinopsis

Lilí es una joven francesa huérfana e ingenua, sin hogar ni recursos, que se enamora de un prestidigitador al que conoce en una función circense. Se queda a vivir en el circo, donde trabaja con un ventrílocuo lisiado que se enamora de ella. Los mejores amigos de Lilí son los títeres, a los que confía sus apasionados sentimientos hacia el mago, aunque su amor no es correspondido.

Esperando a Godot de Beckett 1978. Teatro Estudio

Título original- Teatro Estudio: Esperando a Godot (TV)
Año- 1978
Duración – 86 min.
País – España España
Dirección – José Osuna
Guion – Juan Barceló (Novela: Samuel Beckett)

Reparto – Ramón Corroto, Emiliano Redondo, Ángel Ramos, Joan Llaneras, Alberto Fernández

Productora TVE
Género – Drama | TelefilmTeatro


Sinopsis

La trama trata de Vladimir (también llamado «Didi») y Estragon (también llamado «Gogo»), quienes llegan a un lugar junto a un camino, al lado de un árbol, para esperar la llegada de Godot. Pasan el tiempo conversando y a veces discutiendo.